miércoles, 24 de octubre de 2018

RECUERDO DE MI PRIMERA COMUNIÓN


RECUERDO DE MI PRIMERA COMUNIÓN que no pude dormir en toda la noche,  repasando mentalmente el texto que tenía que decir con la ofrenda del catecismo y ansioso por ponerme el traje de marinerito. El traje era de mi primo, y los pantalones me estaban un poco largos,  pero a mí ir de grumete me hacía más ilusión que al hijo de chanquete.

Todo iba bien, hasta que subiendo al altar me pise el pantalón por detrás, y tras trompicar un poco y agarrarme sin éxito a la falda de la niña que llevaba al lado, me pegué un tortazo por la escalerita del altar que casi me parto la boca en un escalón y en la segunda vuelta para abajo llegó el catecismo de la ofrenda a la tercera fila.

Los niños me saltaban por encima, o me esquivaban para seguir para su sitio en el altar  y  Don Diego, que así se llamaba el cura, me dijo:
-Venga chaval no pasa nada, levántate y anda.
Yo, lo mire de rodillas y le dije -Cuando encuentre el catecismo me levantaré o ¿quieres que te ofrezca en su lugar la sangre de una virgen?.
Cuando me levanté tenía un agujero en el pantalón en las rodillas, y a mi madre casi le da un jamacuco en el banco, porque tenía que volver a ponérmelo con un parchecito para el corpus y porque ahora más que un marinerito parecía un náufrago.

Me sacudí las rodillas, cogí lo que quedaba del catecismo que se había roto un poco porque un niño lo pisó a mala idea, recogí también el otro librito que trae un cierrecito dorado, deslié todos los nudos del cordoncito de la medallita y me la puse como pude entre las manos, y así cojeando subí las escaleras hasta mi sitio.

El resto de ceremonia fue medio bien.  Canté la canción de “la espiga dorada por el sol”,  la de “vamos caminando al encuentro del señor” no la canté porque no tenía yo la rodilla para caminar mucho.

Llegó el momento de la comunión, todos los niños fueron pasando –El cuerpo de Cristo, -Amen, -El cuerpo de Cristo . –Amen ...y cuando llegó a mí, Don Diego se acordaría que yo ya llevaba una hostia dada y se quedó parado como meditando.  Yo esperaba con la lengua fuera e intentando llamar su atención

 -ahhh ahhh, on iego, on iego, ehh ehh,

Él volvió en sí, y en lugar de depositármela suavemente en la boca, me la tiró para dentro como si fuese un disco de la playa, hizo un giro de muñeca y la tiro dando vueltas hasta que me llegó a la campañilla.  Allí se quedó pegada y  a mí me entró fatiga y me daban arcadas.

El resto de la comunión yo aprovechaba cuando los demás cantaban para carraspear y toser y de tanto esforzarme casi vomité tres veces, hasta que en una de estas arcadas excomulgué y la hostia cayó al suelo con tan mala suerte que el mismo niño la pisó otra vez.

 Cojeando con la rodilla to zollá y con los ojos rojos y llorosos de los intentos de vomitar fui a ver a mi catequista que esperaba en un banco. Le dije – Doña María, es la peor Hostia que me han dado en mi vida,  y no se todavía muy bien ¿por qué? en lugar de reír Doña María, al mirarme, lloró desconsoladamente.

Decir de las catequesis que lo más interesante eran nuestros enfrentamientos con el tema del sexo. Doña María decía que si nos masturbábamos nos saldrían granos, yo le decía que eso era imposible que si fuese así yo mismamente sería un grano y  me apellidaría Puch.

Por otro lado, Don Diego no atacaba al acné sino directamente a los ojos, y nos decía  que si me masturbaba me quedaría ciego con lo que me dejaba más tranquilo pensando que pararía cuando me pusieran gafas. Hoy en día, este tema sí que le está preocupando a la iglesia y se están planteando cambiar lo de llegar virgen al matrimonio por conformarse con que lleguen  virgen a la primera comunión.

De la celebración me acuerdo lo bien que lo teníamos estudiado mi madre y yo. Si te da de regalo 1000 pesetas una estampita, 2000 ptas una fotito, y si te daba 5000 ptas podías dejarle que metiera el dedo en el agujerito del pantalón y te tocara la herida de la rodilla.

Me regalaron un montón de cosas repetidas, tres o cuatro figuritas de porcelana con forma de paloma que decían: “En el día de tu primera comunión vendrán a verte Paz, Esperanza y Consuelo”, Vaya mierda pensé yo, si por lo menos estuvieran buenas y vinieran las tres juntas a hacerme un favor. También, me regalaron un montón de bolis y plumas en estuchitos, terminé con más plumas que Boris Izaguirre.
Algunas veces mi madre se saltaba el protocolo previamente establecido y me 
decía:
-Dale a la tita Josefita una fotito, y yo -Que no mama que me ha regalado un boli, y mi madre es igual -Dáselo, que  le vamos a tener que devolver el traje de marinerito lleno de boquetes. Yo le di la fotito a regañadientes  y le dije -Si no llega a ser por mi madre, tú te vas con una mierda de estampita y ella me dijo que para mierda el jamón que habíamos puesto, que más que blanco era albino.

Pero entre todos los regalos destacó el de mi Padrino, un libro Grande, con otra paloma en la portada y que estaba en blanco salvo una Frase en la primera página que decía:

RECUERDO DE MI PRIMERA COMUNIÓN,  y yo continué escribiendo: que no pude dormir en toda la noche, repasando mentalmente el texto que tenía que decir con la ofrenda del catecismo y ansioso por ponerme el traje de marinerito. El traje era de mi primo, y los pantalones me estaban un poco largos,  pero a mí ir de grumete me hacía más ilusión que al hijo de chanquete….